Continuación de un articulo publicado por Juan Carlos PÉREZ MEDINA
6.1. LA DINÁMICA DE GRUPOS Y LA RELACIÓN COMUNICATIVA
El hecho de que estas enseñanzas sean de carácter presencial, esto es, de obligada asistencia del alumnado, unido a la voluntariedad de éstas junto con el carácter técnico-profesional, aportan unos elementos de motivación y continuidad que el docente puede aprovechar en el enfoque de su trabajo.
El Integrador Social (al igual que los demás técnicos de esta familia profesional) como técnico de la intervención sociocomunitaria, requiere de una serie de aptitudes técnicas y personales para el manejo de situaciones sociales que encontrará en su trabajo. Así mismo, como «trabajador social» que es, esto es, como técnico de la intervención social, contará con la relación interpersonal como
uno de sus recursos fundamentales de intervención.
Indudablemente, un proceso educativo de carácter formal en un aula nunca será un proceso de intervención con sujetos. Evaluamos básicamente en función de capacidades técnicas. El profesor nunca realizará un programa de entrenamiento en habilidades de comunicación o de modificación de conducta a título individual con su alumnado. El alumno que tenga carencias importantes de empatía, de tolerancia a la frustración o de manejo del estrés, o de trabajo en equipo
nunca será objeto de una intervención por parte del profesorado ni será éste el lugar para paliar dichas carencias.
Sin embargo, considero que pueden darse los ingredientes óptimos para generar de la dinámica grupal del grupo-clase, experiencias lo suficientemente importantes para que generen procesos de aprendizaje no sólo científico-técnico sino también actitudinales y en definitiva personales que, de cara a su perfil profesional, van a ser de una importancia básica.
Este aspecto tan general y difuso, y a la par tan importante a nuestro parecer del desarrollo personal, está recogido, como señalamos anteriormente, en la nueva Ley de Formación profesional cuando menciona que «la formación profesional estará orientada tanto al desarrollo personal y al ejercicio del derecho al trabajo como a la libre elección de profesión u oficio...»
Estamos con C. Rogers cuando señala la importancia del desarrollo personal del propio profesional, para construir una relación de ayuda sana y eficaz. Por lo tanto, como futuros técnicos sociales, en la medida de lo posible, es importante que los alumnos experimenten situaciones comunicativas eficaces a través de las cuales tomen conciencia de su propia vivencia personal y actúen en consecuencia.
Rogers incidía en que «si puedo crear una relación de ayuda conmigo mismo, es decir, si puedo percibir mis propios sentimientos y aceptarlos, probablemente lograré establecer una relación de ayuda con otra persona» (Rogers, 56).
O como señala más específicamente: «si puedo crear un cierto tipo de relación, la otra persona descubrirá en sí mismo su capacidad de utilizarla para su propia maduración y de esta manera se producirán el cambio y el desarrollo personal » (Rogers, 40).
Con estos elementos de la comunicación y relación interpersonal, los alumnos, en su futuro profesional como integradores sociales, tendrán que contar. Por ello, se insiste en la importancia, siempre sin olvidar que estamos en un proceso de enseñanza académica formal y de las limitaciones obvias que disponemos, de la vivencia de situaciones comunicativas y relacionales eficaces como elemento importante de aprendizaje personal y profesional.
Cirigliano y Villaverde (1997: 25) señalan que «el medio favorece u obstaculiza las tendencias activas del sujeto. Si las favorece, permite su actuar y crecer y es la oportunidad para que la inteligencia, en función de la situación, planee esquemas de acción que aprovechen los beneficios al máximo y recoja los resultados del intento (...). Aprender será pues resolver activamente problemas vitales y no simple acumulación de datos en la memoria. La experiencia, como
ciclo total de la actividad, nos deja un «más», una conclusión, un saber, una guía para la acción, una pauta de conducta para futuras situaciones».
Este medio social como espacio de educación lo va a constituir en primer lugar el propio grupo-clase, con su propia dinámica interna y en interacción a su vez con el grupo de profesores, el departamento o el propio I.E.S. Por ello, aprovechar la posibilidad educativa del grupo se convierte en un reto importante. «La fuerza o potencia del grupo, su dínamis, puede traducirse en fuerza educadora o modeladora, y por tanto no sólo puede usarse sino que no debe desperdiciarse en la acción educativa» (...). La educación, pues, para una sociedad de nuestro
tiempo, se ve requerida a brindar capacidades para comunicarse y habilidades para aumentar los canales de comunicación, además de ser ella misma esencialmente un proceso de comunicación» (Cirigliano y Villaverde, 1997: 40).
El otro escenario clave para la adquisición de habilidades y capacidades en la formación de los alumnos será la formación en centros de trabajo, tutorizada tanto desde el centro educativo como el centro laboral. En este escenario del ámbito laboral real, los alumnos tendrán que enfrentarse a situaciones donde no sólo aplicarán las capacidades técnicas adquiridas sino que también se verán obligados a desplegar sus propias habilidades sociales de cara a manejar diferentes
situaciones. Así, manejar una comunicación eficaz y asertiva, dirigirse desde la autodirectividad y responsabilidad, saber manejar límites, saber afrontar críticas, expresar las propias opiniones y sentimientos desde uno mismo, manejarse en los conflictos de forma óptima, saber dar instrucciones de forma adecuada, regular la conducta a la situación, tolerar la frustración, cooperar y trabajar en equipo adoptando acuerdos y participando desde una reflexión crítica, etc., son habilidades que en las FCTs el alumno se verá en la necesidad de aplicar y que han podido irse trabajando de forma específica durante el curso académico.
Decálogo para un grupo construir un grupo que dialoga
Hace 2 semanas
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