23 sept 2011

Apuntes para TASOC y TISOC. Animacion Cultural (I) Introduccion.

El curso ha comenzado, las aulas de los Ciclos formativos de Grado superior de Animación sociocultural e Integración social vuelven a estar llenas. Y con ellas las necesidades de apuntes y formacion adicional para los Futuros TASOC y TISOC.


Estos apuntes los tenemos gracias a la aportacion de. Santa. Agradecemos su colaboracion y esperamos que pronto nos hagais llegar a nuestro email vuestros propios apuntes y trabajos que faciliten los estudios a otros aniamdroes e integradores.


Para ello, os ofrecemos esta sección de nuestro blog y comenzamos, no hay tiempo para día de presentaciones.

Animación cultural

• La animación cultural: concepto
            La animación cultural responde a la aplicación de la anima­ción en el ámbito cultural para dar respuesta a necesidades cul­turales. Éstas son necesidades relacionadas con los procesos de autorrealización, conocimiento y expresión estética y creativa, que en palabras de E. Ander-Egg promueven o crean las condiciones para la transformación cultural.

Progreso de la políticas culturales
            Pero la definición de la animación cultural como tal es resul­tado de la evolución de las estrategias políticas referidas a la cultura y su práctica social. Así, se puede señalar un progreso de las políticas culturales en tres fases: la cultura patrimonial, la democratización de la cultura y la democracia cultural.

              La cultura patrimonial, (décadas 50-60 del siglo XX). Se parte de un concepto de cultura como objeto de crea­ción y disfrute de una élite social que desarrolla estrate­gias de protección y conservación del patrimonio artís­tico.

                    La democratización de la cultura. (Décadas 60 y 70). Se entiende este concepto como el desarrollo de una oferta cultural basada en la difusión de los pro­ductos culturales (en sentido vertical de arriba abajo) di­rigido a dar acceso a la población en general a productos y servicios culturales elaborados principalmente por la industria del sector.
En esta fase hay que tener presentes los procesos de mercantilización de la cultura que la transforman en un objeto de consumo masivo funda­mentalmente pasivo.

Esta política reformista da lugar a situaciones en que si bien la oferta cultural aumenta y se extiende territorialmente, también es cierto que lo hace de manera desi­gual, que el acceso a determinados productos culturales continúa siendo restringido y que lo hace de manera es­tandarizada y ajena a necesidades e intereses concretos de la población. Además, no se da posibilidad a la recre­ación y a la respuesta expresiva.

                    La democracia cultural. (Décadas 80 y 90). En esta nueva fase se pretende dar respuesta a las de­mandas de la población aun cuando se continúe traba­jando paralelamente en la difusión cultural.

            Se parte del análisis de la realidad (contextos cultural), de la de­tección de necesidades y de la definición de las deman­das culturales latentes o potenciales, para mediar en la dinamización de las iniciativas, la creación, la expresión y la vivencia lúdica de la cultura como una dimensión más de la autorrealización personal y comunitaria.

 Se trata por lo tanto de abrir las posibilidades del desa­rrollo de una manera de hacer y vivir la cultura partien­do de la individualidad y de su comprensión en la co­munidad.


Acción política y estilos culturales
            En el proceso de evolución de las políticas culturales, desde la cultura patrimonial hasta la democracia cultural, se de­sarrollan "maneras" de cultura que se ajustan a los presu­puestos y finalidades de la política que en ese momento queda definida.
            Así, se distinguen tres maneras o estilos de hacer cultura que se entienden como tres corrientes de ac­ción de la política cultural: la cultura oficial, la cultura de masas y la cultura popular.

              La cultura oficial puede entenderse como la definida desde la potestad del poder socioeconómico. Viene determinada por la dimensión de la cultura en su rea­lización por sectores de creación cultural profesionali­zados (artes plásticas, escénicas, literarias, música, etc.) en circuitos restringidos de creación, crítica, co­mercialización y consumo a los que difícilmente se tiene acceso. Detenta un poder económico y social conservador, y proyecta corrientes de creación y con­sumo cultural.

              La cultura de masas. Fue definida en gran parte por el proceso de democratización de la cultura por enten­derse como una proyección social de las formas cultu­rales elaboradas por distintos sectores (teatro, cine, li­teratura, pintura, etc.) y valoradas como formas de prestigio sociocultural que se difunden a nivel masivo para facilitar su acceso y consumo masivos.
El proceso de desarrollo de esta modalidad de cultura es vertical, de arriba abajo, y el producto cultural se ofrece terminado y listo para su consumo, por lo que no da posibilidad a una respuesta creativa, ni a la par­ticipación. Ha sido paralelo al desarrollo de la indus­tria cultural de gran alcance y en base a principios económicos se desliga de las concreciones culturales y de las demandas específicas.

              Se entiende la cultura popular como la cultura elabo­rada desde las inquietudes populares y sociales, siendo por tanto su expresión. Por esta misma concreción de­pende de contextos específicos. Su organización y au­tonomía es relativamente endeble frente a los influjos de las otras dos corrientes de cultura.

            Sin embargo estas tres maneras de cultura realmente no se excluyen unas a otras, es decir, la aparición de una no supuso la desaparición de la anterior sino que, de he­cho, comparten espacios y a veces pueden confluir en el desarrollo de estrategias y actividades con la colabora­ción en intervenciones y aportaciones diferentes según los intereses de cada uno de los agentes que en ellas participan.

El lunes la Segunda parte.

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