Estoy leyendo un libro muy completo sobre el Síndrome de Asperger: "La guía del Síndrome de Asperger; Tony Attwood". Conforme voy leyendo el libro, voy resumiendo su contenido. En esta primera parte veremos...:
I. ¿Qué es el síndrome de Asperger?
II. Medios para llegar al diagnóstico.
III. Estrategias compensadoras y de ajuste frente a la diferencia.
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I.
¿QUÉ ES EL SÍNDROME DE ASPERGER?
HANS
ASPERGER → en 1944 descubre
el síndrome y crea una descripción, aunque ésta varía según el
niño:
- Retraso en la madurez social y en el razonamiento social.
- Aspectos de sus aptitudes sociales poco comunes para cualquier estadio del desarrollo.
- Dificultad para hacer amigos/Frecuentemente son objeto de burla.
- ALTERACIONES EN LA COMUNICACIÓN VERBAL Y NO VERBAL:
- Lenguaje pedante
- Prosodia poco frecuente que afecta al tono, timbre y ritmo del habla.
- La gramática y el vocabulario podían ser avanzados pero, al final de la conversación, se tenía la impresión de que había algo raro en su capacidad para mantener la conversación que se habría esperado en niños de su edad.
- Deterioros claros en la comunicación.
- Dificultad en el control de las emociones.
- Tendencia a intelectualizar los sentimientos.
- Empatía no tan madura como cabría esperar, teniendo en cuenta las capacidades intelectuales del niño.
- Preocupación egocéntrica por un tema o interés concreto que domina sus sentimientos y tema.
- En algunos, dificultad para mantener la atención en clase y problemas específicos de aprendizaje.
- Con frecuencia, necesitaban más ayuda de sus madres con las habilidades organizativas y de autosuficencia de lo que cabría esperar para su edad.
- Cierto grado de torpeza evidente relacionada con la coordinación motora.
- Algunos, muy sensibles a ciertos ruidos, olores y texturas.
Hans Asperger
consideraba que podían identificarse en niños de dos a tres años,
aunque en otros podía hacerse evidentes años más tarde.
Describió
que algunos
progenitores (sobretodo padres) parecían compartir algunas de las
características de sus hijos.
Así pues, se considera un síndrome más de aspecto genético o
neurológico que a factores psicológicos y ambientales.
Hans
consideraba el trastorno autístico de la personalidad como parte de
un continuum
natural de las aptitudes, que se fusionan en los límites de lo
normal.
Formuló la idea de
que era un trastorno estable y crónico de la personalidad, y no
observó la desintegración y la fragmentación que se producen en la
esquizofrenia.
Observó
que algunos niños tenían habilidades concretas, que les podían
ayudar a conseguir un empleo o un trabajo satisfactorio, y algunas
incluso podrían establecer relaciones duraderas.
I.I.
MEDIOS PARA LLEGAR AL DIAGNÓSTICO
Hay diversos caminos
para llegar a dicho diagnóstico. Normalmente el niño remitido suele
presentar antecedentes poco frecuentes en su desarrollo y un perfil
poco común de aptitudes desde la primera infancia. La edad media del
diagnóstico del síndrome de Asperger es de ocho a once años.
DIAGNÓSTICO
DE AUTISMO EN LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA O EN LA PRIMERA INFANCIA
Lorna Wing, que fue
la primera en emplear el término “síndrome de Asperger”,
observó que algunos niños que padecían signos claros de autismo
grave en los primeros meses de vida, después en la primera infancia
podían alcanzar un notable progreso y llegar a un continuum
del autismo si se diagnosticaban pronto y se les aplicaban programas
de intervención precoz, intensivos y eficaces. El niño se volvía
juguetón, empleaba frases complejas, mostrándose motivado para
participar en actividades sociales. Después de horas de programas
intensivos para fomentar las habilidades de comunicación, el
problema ya no era que habla sino tratar de que no hablara tanto, que
escuchara y tuviese un mayor conocimiento del contexto social. Cuando
el niño es pequeño puede manifestar una intensa preocupación por
las experiencias sensitivas (p. ej. quedarse absorto en el giro de
una rueda para después, con el paso de los años, mostrar
fascinación por las órbitas de los planetas). Las evaluaciones y
las observaciones previas del juego del niño pueden indicar que
presenta un deterioro intelectual significativo, pero con el tiempo
se confirma que su CI entra dentro de los límites normales.
Peter Szatmari
sugiere que los niños con autismo que desarrollan un lenguaje
funcional en la primera infancia al final se incorporan a la
trayectoria del desarrollo y presentan un perfil de aptitudes típicas
de los niños con Síndrome de Asperger. Esto suele ser entre los 4 y
6 años, cuando el niño manifiesta una mejora del lenguaje y
motivación para socializarse con sus compañeros. Esos niños, a los
que más tarde se puede diagnosticar autismo de alto funcionamiento o
síndrome de Asperger, se beneficiarán de las estrategias y
servicios destinados más a niños con Asperger que a los que padecen
autismo.
RECONOCIMIENTO
DEL SÍNDROME DE ASPERGER EN LOS PRIMEROS AÑOS DE ESCOLARIDAD
La
trayectoria del diagnóstico se inicia cuando un maestro con
experiencia observa a un niño que no tiene antecedentes evidentes de
las características asociadas con el autismo pero que se sale de lo
común en lo que respecta a su capacidad para entender las
situaciones y convenciones sociales. El niño es maduro en el control
de las emociones y en la expresión de empatía. Puede manifestar un
estilo de aprendizaje poco habitual, con conocimientos notables en un
área de interés concreta pero cono problemas significativos de
aprendizaje o de atención para otras asignaturas. También puede
observar problemas significativos de aprendizaje o de la coordinación
motora (p. ej. al coger el lápiz) y también es posible que el niño
se tape los oídos ante los ruidos que otros niños no perciben como
desagradables.
En
el recreo, puede evitar activamente la interacción social con sus
compañeros o ser, en sus relaciones sociales, cándido, impertinente
o dominante. Tampoco entiende o parece no darse cuenta de los
mensajes no verbales como “ahora, no” o “estoy empezando a
enfadarme” con lo cual puede ser que interrumpa la clase
constantemente. Además, puede manifestar una ansiedad extrema si se
le cambian las rutinas o no puede resolver un problema.
El
niño necesita ayuda mediante programas que le ayuden a entender las
convenciones sociales de la clase y el recreo; y el maestro necesita
ayuda para una mejor formación para así disponer de más recursos.
En
la mayor parte de los niños con síndrome de Asperger se alcanza el
diagnóstico a través de esta vía. El perfil poco común suele
pasar desapercibido en el hogar, pero el maestro reconoce las
diferencias cualitativas de esas aptitudes y ese comportamiento. En
una reunión ulterior con los padres y representantes escolares se
anima a los primeros a solicitar evaluación diagnóstica tanto para
explicar el comportamiento y el perfil poco común de aptitudes, como
para que los padres y la escuela puedan acceder a programas y
recursos apropiados.
DIAGNÓSTICO
PREVIO DE OTRO TRASTORNO DEL DESARROLLO
Puede
que en el desarrollo del niño haya antecedentes de algún trastorno
que pueda asociarse con el síndrome de Asperger. El diagnóstico de
trastornos de déficit de atención, del lenguaje, del movimiento,
emocionales, de la conducta alimentaria o de las capacidades de
aprendizaje pueder ser el comienzo del proceso de evaluación formal
que, en último término, dará lugar al diagnóstico del síndrome.
Trastorno
de hiperactividad y déficit de atención
El
niño puede despertar preocupación por sus problemas para mantener
la atención, su impulsividad y su hiperactividad. Esto podría
explicar las dificultades del niño en esas áreas, pero no
explicaría su perfil poco común en lo que respecta a sus aptitudes
sociales, lingüísticas y cognitivas, que se describen con más
precisión mediante los criterios diagnósticos del síndrome de
Asperger.
Los
médicos han reconocido que los niños con SA también pueden
manifestar signos del trastorno de déficit de atención con
hiperactividad, lo que se ha confirmado en diversos estudios de
investigación y descripciones de casos. Ambos diagnósticos no son
mutuamente excluyentes, y el niño puede beneficiarse del tratamiento
médico y de las estrategias usadas para ambos problemas.
Esta
última característica (déficit de atención con hiperactividad)
puede ser una respuesta a un elevado grado de estrés y ansiedad, en
particular, en situaciones sociales nuevas, que hacen que el niño
sea incapaz de permanecer sentado, quieto y relajado. Antes de
confirmar ese diagnóstico, es importante distinguir entre los muchos
factores que pueden influir en el mantenimiento de la atención (como
la motivación) y la hiperactividad.
Trastornos
del lenguaje
Es
posible que en un niño pequeño se detecte SA por el retraso en el
desarrollo del lenguaje. Los exámenes formales de las habilidades
comunicativas, a través de un logopeda, pueden identificar tanto el
retraso en el desarrollo del lenguaje como rasgos concretos que no
son típicos de ninguno de los estadios de dicho desarrollo. La
evaluación indicará retraso y desviación del lenguaje. Los niños
con este trastorno presentan habilidades relativamente buenas del
lenguaje en cuanto a sintaxis, vocabulario y pronunciación, pero un
uso deficiente del lenguaje en su contexto social, es decir, en el
arte de la conversación o los aspectos pragmáticos del lenguaje.
Las habilidades semánticas están afectadas (el niño interpreta
literalmente lo que oye, no distingue ironías, dobles sentidos...).
El diagnóstico de este trastorno explica las habilidades
lingüísticas del niño, pero una evaluación exhaustiva de sus
capacidades y su comportamiento indica que el cuadro clínico
completo lo explica el SA.
Con
frecuencia, en los niños pequeños el retraso del lenguaje receptivo
se asocia con problemas de socialización. Un niño que tiene
problemas tanto para comprender lo que le están diciendo como para
que los demás lo entiendan a él puede manifestar ansiedad y
mostrarse retraído en situaciones sociales. La razón de ese
retraimiento social es la alteración del lenguaje más que la del
razonamiento social, que es característico del SA.
Si
el niño con este síndrome muestra signos de trastorno del lenguaje
pragmático-semántico obtendrá buenos resultados si sigue programas
destinados a niños con dicho trastorno.
Trastornos
del movimiento
Se
puede identificar que un niño es torpe y que tiene problemas de
coordinación y destreza (atarse los zapatos, aprender a montar en
bicicleta, escritura, con los juegos de pelota y una manera rara o
inmadura de andar o correr).
La
evaluación de un terapeuta ocupacional o de un fisioterapeuta puede
confirmar que sufre retraso del desarrollo de la capacidad motora o
un trastorno específico del movimiento, pero en la anamnesis el
terapeuta puede observar otras características raras del desarrollo
y de las aptitudes, y es posible que sea el primer profesional que
sospeche que el niño padece SA. Será beneficioso que el niño siga
programas de mejora de las habilidades motoras.
Algunos
niños con SA pueden tener movimientos corporales involuntarios,
rápidos y súbitos (tics motores) acompañados de la emisión
incontrolable de sonidos (tics vocales) lo que recuerda al Síndrome
de Tourette.
Trastornos
emocionales
Los
niños pequeños con SA son propensos a presentar trastornos
emocionales. Algunos parecen presentar ansiedad casi constantemente,
lo que podría ser una indicación de un trastorno de ansiedad
generalizada. Uno de los problemas a los que se enfrentan los niños
con Asperger es que utilizan el razonamiento más que la intuición
para superar algunas situaciones sociales, de manera que pueden estar
en estado de alerta y ansiedad casi constante; eso entraña un riesgo
de agotamiento mental y físico.
El
niño puede haber establecido mecanismos compensadores para evitar
las situaciones que le provocan ansiedad, como la escuala, por lo que
se niega a ir o enmudece cuando está en ella. Puede manifestar
ansiedad o una reacción fóbica intensa a certas situaciones
sociales, o a experiencias sensoriales, como el ladrido de un perro,
o a un cambio de las expectativas, como la alteración de la rutina
diaria en la escuela. En este punto se puede llegar al diagnóstico
de SA a través de un psicólogo clínico, a un psiquiatra o a un
departamento de salud mental pediátrico especializado en niños con
trastornos emocionales.
Algunos
niños con Asperger pueden padecer una depresión clínica, lo que es
una reacción lógica al darse cuenta de las dificultades que tienen
para conseguir su integración social. La reacción depresiva puede
interiorizarse, y dar lugar a la autocrítica e incluso a ideas de
suicidio; o puede exteriorizarse, lo que se acompañará de críticas
de los demás y la expresión de frustración o cólera, en
particular cuando el niño tiene dificultades para entender una
situación social. Puede echarse las culpas y decirse: “Soy
estúpido”, o bien culpar a los demás “es culpa tuya”. Los
signos de depresión clínica o la dificultad para controlar la
cólera pueden ser los primeros indicadores de un problema del
desarrollo como el SA.
Trastornos
de la conducta alimentaria
Los
trastornos de la conducta alimentaria pueden manifestarse por el
rechazo de alimentos de una consistencia, aroma o sabor determinados,
debido a la hipersensibilidad sensitiva del niño. También pueden
observarse preferencias poco habituales por determinados alimentos al
igual que rutinas relacionadas con las horas de las comidas y la
presentación de los platos o la comida en general. En diversos
estudios sobre este síndrome se ha sugerido que hay demasiados
pacientes con un peso inferior al normal para su edad, lo que puede
deberse a la ansiedad o a una sensibilidad sensitiva asociada a los
alimentos.
Algunos
trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa,
pueden asociarse con el síndrome de Asperger. Además, entre el 18%
y el 23% de niñas adolescentes con anorexia nerviosa presentan
signos de SA.
Discapacidades
del aprendizaje no verbal
Puede
ocurrir que se observe en un niño pequeño que sus aptitudes
intelectuales y escolares se salen de lo habitual; en ese caso, el
examen por parte de un neuropsicólogo puede indicar un desajuste
significativo entre las aptitudes de razonamiento verbal (coeficiente
intelectual verbal) y el razonamiento visuoespacial (coeficiente
intelectual de ejecución). Si el desajuste consiste en que el
primero es sustancialmente mayor que el segundo, se puede llegar a
diagnosticar una discapacidad del aprendizajeno verbal mediante una
evaluación ulterior más detallada de las capacidades cognitivas.
Las
principales características de la discapacidad del aprendizaje no
verbal son déficits en los aspectos siguientes: aptitudes
visuales-perceptivas-organizativas; habilidades psicomotoras
complejas y percepción táctil; adaptación a situaciones nuevas;
percepción del tiempo; aritmética mecánica; y habilidades de
percepción social y de interacción social, mientras que el niño es
relativamente hábil en cuanto a percepción auditiva, reconocimiento
de palabras, aprendizaje verbal de memoria y pronunciación. Este
patrón sugiere una disfunción del hemisferio derecho y una lesión
de la sustancia blanca del cerebro. El solapamiento entre la
discapacidad del aprendizaje no verbal y el SA es un campo de estudio
y discusión continuos entre los médicos. Si, más tarde, en el niño
con una discapacidad del aprendizaje no verbal se diagnostica SA, la
información sobre el perfil poco común de habilidades cognitivas
puede ser inestimable para un maestro a fin de adaptar el plan de
estudios de la escuela a un estilo diferente de aprendizaje.
RECONOCIMIENTO
INICIAL DE LOS SIGNOS CLÍNICOS EN LA ADOLESCENCIA
A
través de: psicólogo.
Primeros
años de escolarización→ la
interacción social tiende a ser más acción que conversación, de
manera que las amistades son transitorias, y los juegos sociales,
relativamente simples y con normas claras. Además, el niño tiene un
maestro para todo el curso, y tanto maestro como niño aprenden cómo
interpretar las señales mutuas y establecer una relación funcional.
También se guia más al niño; hay más flexibilidad con respecto al
plan de estudios y la madurez social y emocional que se esperan de
él. La vida es relativamente simple y el niño puede ser menos
consciente de que es diferente a los otros, y en clase o en recreo
sus dificultades no son tan evidentes.
En
la adolescencia el mundo social y académico es más complejo
y se espera una mayor independencia y seguridad en sí mismo. En esta
etapa, las amistades se basan en necesidades interpersonales más
complejas que prácticas, alguien en quien confiar más que alguien
con quien jugar. Así pues, en esta etapa, es probable que el niño
con SA tenga dificultades más visibles a la hora de planificar y
organizar, al igual que para completar sus tareas y deberes a tiempo.
Puede acompañarse de la dismunución del rendimiento escolar y
peores notas, que llamarán la atención de padres y maestros. La
capacidad intelectual del adolescente no está deteriorada pero han
cambiado los métodos de evaluación usados por los maestros.
Probablemente
los signos son más notables en épocas de estrés y cambios, y
durante los años de la adolescencia tienen lugar importantes
modificaciones de las expectativas y de las circunstancias. El niño
puede haber afrontado bien la preadolescencia, pero los cambios en la
naturaleza de las amistades, el cuerpo, las rutinas escolares y el
apoyo pueden precipitar una crisis en un niño que previamente sabía
afrontar bien circunstancias muy diversas.
Ésta
también es una época en la que se valora de nuevo lo que uno es y
desea ser. La influencia de los padres en la vida de un adolescente
disminuye, y aumenta la influencia de los otros jóvenes y la
identificación con el grupo de compañeros. Se espera que el
adolescente se relacione con los diferentes maestros, cada uno con su
propia personalidad y estilo didáctico, y que se involucre en la
evaluación académica que se basa en el razonamiento abstracto más
que en los hechos. Los problemas de inclusión y aceptación social y
los resultados académicos pueden precipitar una depresión clínica
o una reacción de cólera dirigida a los demás o al sistema.
Es
posible que el pediatra mande al adolescente al departamento de
psiquiatría de la adolescencia para que le traten la depresión o un
trastorno de ansiedad, que, a esa edad, puede ir acompañado de
trastornos obsesivo-compulsivos, trastornos de la conducta
alimentaria (ej. anorexia nerviosa), problemas debidos a la cólera o
trastornos del comportamiento.
También
se ha observado cuatro trastornos que pueden ir juntos: trastorno de
hiperactividad y déficit de atención, Síndrome de Asperger,
trastorno de Gilles de la Tourette y trastorno obsesivo-compulsivo.
El niño o adulto necesitará tratamiento de los cuatro trastornos.
INDICIO
DE UN TRASTORNO DEL COMPORTAMIENTO O DE LA PERSONALIDAD
A
través de: especialista del
comportamiento.
En
ocasiones, los niños con SA tienen una visión de sí mismos más
como adultos que como niños. De hecho, en clase, esos niños pueden
actuar como ayudantes del maestro, y corregir y castigar a los otros
niños. En situaciones de conflicto, es menos probable que consulten
a un adulto, ya que suelen actuar como árbitros y son propensos a
tomarse la justicia por su mano. También aprenden que los actos de
agresión sirven para repeler a los otros niños, los que les
garantiza una soledad sin interrupciones. El conflicto y la
confrontación con los adultos pueden empeorar por su desobedencia,
su negatividad y las dificultades para percibir las diferencias de
posición o jerarquía social, lo que se traducirá en falta de
respeto a la autoridad o a las personas mayores.
Con
frecuencia, el niño con Asperger tiene dificultades de integración
social con sus compañeros. Si tiene una capacidad intelectual
superior, las dificultades para integrarse aumentarán. Los niños
con un coeficiente intelectual excepcionalmente alto pueden
compensarlo volviéndose arrogantes y egocéntricos y tendrán
dificultades considerables para reconocer que han cometido un error.
Pueden ser hipersensibles a cualquier crítica.
DIAGNÓSTICO
DE AUTISMO O SÍNDROME DE ASPERGER EN UN FAMILIAR
Cuando
se establece el diagnóstico de autismo o síndrome de Asperger en un
niño o adulto, es importante que se examinen los antecedentes
familiares y las características de otros miembros de la familia en
busca de signos de un trastorno del espectro autístico, en
particular del síndrome de Asperger.
Después
de confirmar el diagnóstico en el niño, es posible que se envíe al
médico o a un hermano u otro familiar del niño, para su evaluación.
El diagnóstico puede confirmarse, ya que la experiencia indica que
en algunas familias hay niños y adultos con SA en la misma
generación o en generaciones diferentes. Sin embargo, la evaluación
ulterior puede indicar que el grado de expresión de las
características es demasiado leve como para establecer un
diagnóstico, o que el paciente presenta una serie de fragmentos
del síndrome que son insuficientes para llegar a dicho diagnóstico.
Sin embargo, algunas de las estrategias diseñadas para las
características o fragmentos presentes en su perfil de aptitudes
pueden beneficiar a esa persona.
PROBLEMAS
PARA ENCONTRAR TRABAJO
Aunque
las personas con SA pueden obtener buenos resultados académicos, sus
dificultades para relacionarse pueden afectar a su rendimiento en una
entrevista de trabajo, a los aspectos sociales relacionados con la
actividad laboral, al trabajo en equipo que requiera su empleo o a la
comprensión de las convenciones sociales, como no sentarse demasiado
cerca de otra persona o no mirar a alguien durante demasiado tiempo.
Conseguir un empleo y mantenerlo puede ser un problema para estas
personas.
Por
ejemplo, la promoción a un puesto directivo que requiera tener
habilidades interpersonales y asumir responsabilidades que exigen
capacidades de planificación y organizativas puede resultar difícil
o inalcanzable para una persona con SA. También pueden surgir
problemas al no aceptar los procedimientos convencionales, y
dificultades con el control del tiempo y el reconocimiento de la
jerarquía organizativa de la empresa.
III.
ESTRATEGIAS COMPENSADORAS Y DE AJUSTE FRENTE A LA DIFERENCIA
Se
han observado cuatro estrategias compensadoras o de ajuste
desarrolladas por los niños pequeños que presentan SA como
respuesta a su percepción de que son diferentes de los demás. La
estrategia dependerá de la personalidad, las experiencias y las
circunstancias del niño.
- Suelen interiorizar sus pensamientos y sentimientos→ depresión/imaginación
- Suelen exteriorizar sus pensamientos y sentimientos→ negación/imitación.
DEPRESIÓN
REACTIVA
En
general, los compañeros y los adultos valoran las aptitudes sociales
y las habilidades para hacer amigos, y el hecho de estar poco dotados
en esas áreas hace que algunos niños con SA interioricen sus
pensamientos y sentimientos y se muestren cada vez más autocríticos
y retraídos. Incluso un niño de sólo siete años puede presentar
una depresión clínica como consecuencia de darse cuenta de que es
diferente y de que carece de habilidades sociales.
Desde
un punto de vista intelectual, el niño es capaz de darse cuenta de
su aislamiento social pero carece de habilidades sociales en
comparación con los que tienen su misma edad y capacidad
intelectual. Sus valientes tentativas para mejorar su integración
social con otros niños pueden ser ridiculizadas, lo que hará que
rechace deliberadamente a sus compañeros. Los maestros y los padres
no propocionan a esos niños el grado necesario de orientación y
aliento que necesitan. El niño desea desesperadamente ser incluido
en los grupos de compañeros y tener amigos pero no sabe cómo
hacerlo. El resultado puede ser una crisis de confianza en sí mismo.
La
falta de habilidades sociales producirá un retraimiento social cada
vez mayor, que disminuirá las oportunidades de madurar y desarrollar
aptitudes sociales. La depresión también puede afectar a la
motivación y a la energía para llevar a cabo otras actividades con
las que previamente la persona lo pasaba bien en clase y en casa.
Esto puede acompañarse de cambios en los patrones de sueño y del
apetito, y una actitud negativa que invade cualquier aspecto de la
vida.
HUIR
CON LA IMAGINACIÓN
Una
persona con pocas habilidades sociales puede interiorizar sus
pensamientos y sentimientos de manera más constructiva huyendo con
la imaginación. Los niños con SA pueden desarrollar un mundo
complejo, en ocasiones con amigos imaginarios.
En
sus mundos imaginarios con amigos imaginarios, los niños con SA son
comprendidos y tienen éxito tanto social como académicamente. Otra
ventaja es que el niño controla las respuestas de los amigos
imaginarios y, además, los amigos siempre están disponibles. Por
otra parte, pueden impedir que el niño se sienta solo.
Muchos
niños juegan a tener un amigo imaginario, y no necesariamente tiene
un significado clínico. Sin embargo, el niño con SA sólo tiene
amigos imaginarios, y la intensidad y la duración de las
interacciones imaginarias pueden ser de una magnitud fuera de lo
común desde un punto de vista cualitativo.
El
interés en otras culturas y mundos explica el desarrollo de una
afición especial por la geografía, la astronomía o la ciencia
ficción, de modo que esos niños descubren un lugar donde se
reconocen y valoran sus conocimientos y aptitudes.
En
ocasiones el grado de pensamiento imaginario puede traducirse en un
interés por la ficción como lectores, pero también como
escritores.
La
evasión mediante la imaginación puede ser una adaptación
psicológicamente constructiva, pero corren el riesgo de que otros
malinterpreten su intención o su estado mental.
En
condiciones de estrés o soledad extremos la propensión a evadirse
mediante la imaginación en un mundo y unos amigos inventados puede
favorecer que la fantasía se convierta en realidad para una
persona con SA, y es posible que los demás piensen que sufre
delirios y que ha perdido el contacto con la realidad. Esto puede
originar que el paciente sea remitido a un especialista para una
valoración diagnóstica de esquizofrenia.
NEGACIÓN
Y PETULANCIA
Una
alternativa a interiorizar los pensamientos es exteriorizar la causa
y la solución manifestando sentimientos diferentes. Al sentirse
inferior en situaciones sociales, el niño puede desarrollar una
forma de compensación excesiva consistente en negar que tenga un
problema y volverse arrogante, de modo que traslada la culpa o
el problema a los demás y considera que él está por encima de
las normas, las cuales le resultan tan difíciles de entender.
Se
consideran a ellos mismos como una especie de Dios: nunca cometen un
error, no pueden estar equivocados y su inteligencia debe darse por
sentada. Esos niños pueden negar que tengan dificultades para hacer
amigos, o para interpretar las situaciones sociales o los
pensamientos o intenciones de otra persona. Consideran que no
necesitan ningún tratamiento ni que se los trate de manera diferente
a los otros niños. No desean, de ningún modo, ir a un psicólogo o
psiquiatra y están convencidos de que no están locos ni son
estúpidos. Sin embargo, aunque no lo reconozcan abiertamente, son
conscientes de sus limitaciones.
La
falta de aptitudes en el juego social con sus compañeros y en las
interacciones con los adultos puede traducirse en la aparición de
comportamientos dirigidos a dominar y controlar el contexto social:
esos comportamientos comprenden el uso de la intimidación y una
actitud arrogante e inflexible. La sensación de poder y dominio
acaba por intoxicar al niño, y esto se acompañará de problemas de
comportamiento.
Cuando
esos niños malinterpretan la intención de los demás o el
comportamiento que deben seguir en determinadas situaciones sociales,
o han cometido un error manifiesto, la emoción negativa
resultante puede originar una especie una percepción errónea de que
las acciones de las otras personas son deliberadamente
malintencionadas. La respuesta del niño es infligirles el mismo daño
y malestar, incluso físicamente. Esos niños y adultos pueden rumiar
durante muchos años las injusticias cometidas con ellos en el pasado
y buscar venganza.
La
arrogancia y la petulancia como mecanismos compensadores también
pueden afectar a otros aspectos de la interacción social. El niño
tiene dificultades para admitir que está equivocado y puede destacar
por estar siempre discutiendo.
Esos
niños se caracterizan por recordar con notable precisión lo que
otra persona les dijo o hizo para demostrar que tenía razón y, por
lo tanto, no hacen ninguna concesión ni aceptan un compromiso o una
perspectiva diferente.
Por
desgracia, la actitud pedante de esos niños puede dificultarles aún
más el hacer amigos, y su rechazo y resistencia a aceptar
tratamientos para mejorar su comprensión social pueden aumentar la
distancia entre sus aptitudes sociales y las de sus compañeros.
Podemos entender la razón de que el niño establezca estrategias de
ajuste y compensadoras. Por desgracia, sus consecuencias a largo
plazo pueden producir un efecto importante sobre sus amistades y
también sobre las perspectivas de relaciones y de trabajo cuando sea
adulto.
IMITACIÓN
Algunos
niños utilizan un mecanismo compensador inteligente y constructivo
que consiste en observar y asimilar la personalidad de los que tienen
éxito social. Al principio permanecen en la periferia de la
interacción social, observando y anotando mentalmente lo que deben
hacer. Por consiguiente, pueden representar las actividades que han
observado en su propio juego solitario y utilizar muñecas,
personajes o amigos imaginarios en su hogar. Están interpretando un
papel, se aprenden el guión y su personaje para lograr fluidez y
confianza antes de intentar que cuenten con ellos en situaciones
sociales reales. Algunos pueden ser sorprendentemente perspicaces en
la observación, y copiar los gestos, el todo de voz y los
manierismos. Están desarrollando la habilidad de ser actores
naturales.
Convertirse
en un imitador experto puede tener otras ventajas. El niño se hace
popular por imitar la voz y la imagen de un profesor o un personaje
de la televisión. El adolescente con SA puede aplicar los
conocimientos adquiridos en las clases de teatro a las situaciones
cotidianas; determinará quién tendría éxito en esa situación y
adoptará su imagen. El niño, o el adulto, puede recordar las
palabras y las posturas corporales de una persona en una situación
similar de la vida real, en un programa de televisión o en una
película. A continuación, reinterpreta la escena utilizando un
diálogo y un lenguaje corporal prestados. A primera vista,
tiene un barniz de éxito social pero, con un examen más detenido,
se ve que su aparente destreza social no es espontánea ni original,
sino artificial y forzada. No obstante, la práctica y el éxito
pueden mejorar las habilidades interpretativas de la persona con SA,
de modo que la carrera de actor se convierte en una posible opción
profesional.
Pero
la imitación puede tener sus inconvenientes. Por ejemplo la
observación y la imitación de modelos populares pero de mala
reputación como, por ejemplo, los gamberros de la escuela.
Además, probablemente esa pandilla se dará cuenta de que ese niño
es un impostor, que se muere por ser aceptado en su grupo y, sin
duda, no sabe que están tomándole el pelo disimuladamente. Otro
inconveniente es que un psicólogo o un psiquiatra puede creer que
esa persona manifiesta signos de algún trastorno múltiple de la
personalidad, y no se dará cuenta de que se trata de una adaptación
constructiva de alguien que padece SA.
A
algunos niños con SA no les gusta su forma de ser y desearían ser
otra persona distinta, con habilidades sociales y amigos. El niño
puede darse cuenta de que las niñas y las mujeres, en particular su
madre, son naturalmente intuitivas desde un punto de vista social, lo
que hará que, para adquirir habilidades sociales, empiece a imitar a
las niñas; entre otras cosas, pueden querer vestirse como ellas, y
provocar problemas de identidad sexual.
También
puede darse el caso contrario en las niñas con SA que se aborrecen a
ellas mismas. Sin embargo, ese cambio de identidad sexual no
modifica automáticamente su aceptación social ni la aceptación de
sí mismas.
Cuando
los adultos con SA han utilizado la imitación y han representado un
papel para conseguir una competencia social que sólo es superficial,
pueden tener dificultades considerables para convencer a las personas
de que tienen un problema real con la comprensión social y la
empatía; han llegado a ser tan verosímiles en la representación de
sus papel para que los demás los crean.
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