24 abr 2009

EL TECNICO EN ANIMACION SOCIOCULTURAL Perspectiva de Ezequiel Julio Montagud Secretario de la Asociacion profesional de Valencia Tottasoc (VI)

4. . REALIDAD LABORAL DEL TECNICO EN ANIMACION SOCIOCULTURAL (TASOC) EN EL AMBITO DE LA GESTION CULTURAL

La expresión práctica de las competencias ya es otra realidad; observamos, pues, que la presencia del animador sociocultural en el mundo laboral es escasa, y encontramos experiencias casi con exclusividad en entidades de carácter privado, pero elucubrar sobre este sentido es perder el tiempo, y para ello nos hacemos laspreguntas expresadas en la diapositiva

La asociación TOTTASOC, está ejerciendo una gran labor para el reconocimiento y
la inclusión de la figura del animador cultural en el ámbito de la gestión cultural, ypara ello actualmente está ejecutando un estudio de realidad laboral del TASOC en la Comunidad Valenciana que presentará sus conclusiones iniciales en JORNASOC 2005, Jornadas de Animación Sociocultural que se celebrarán el 20 y 21 de junio en el IES Jordi de Sant Jordi en Valencia.

5 REALIDAD DE LAS POLITICAS CULTURALES EN ESPAÑA Y POSIONAMIENTO DEL ANIMADOR CULTURAL

Cómo bien anunciaba Pi de la Serra, “cultura es una palabra delicada, tan peligrosa
como la dinamita, generalmente falta más que sobra, generalmente todo el mundo la necesita”, esta afirmación podría describir claramente las políticas culturales imperantes en nuestro país, en la actualidad delimitadas en los municipios gobernados por la derecha, la izquierda, los nacionalistas, los regionalistas, u otras ideologías de tenebrosa clasificación. Estas políticas se encuentran adecuadamente clasificadas por López de Aguileta (2000), en modelos puros, que en la mayoría deocasiones se entremezclan para conseguir el objeto de justificación de la mayoría de presupuestos municipales. Estos modelos pasan desde el extremo de la táctica de la subvención solazándose de aquello a lo que se asigna financiación, al modelo puramente economicista centralizándose en una visión taylorista de las artes y la cultura, para finalmente llegar a democratizar, potenciando la participación y la creatividad ciudadana.

Dentro de un organigrama básico gestor de políticas culturales, encontramos al que
seguramente sea el último escalafón en cuanto a poder decisorio y rediseñador de estructuras y líneas estratégicas, el gestor cultural, técnico de cultura o animador cultural, algunas etiquetas que definen al administrador de recursos destinados a la cultura y las artes, también poéticamente llamado en alguna publicación últimamente reeditada funámbulo del intelecto, parte del personal laboral de una administración pública u organismo autónomo que se dedica al buen arte de difundir expresiones artísticas con mayor o menor acierto. Pero no nos llevemos a engaño,el gestor cultural no es más que un administrador, un asignador de recursos, un seleccionador de lo que ofrece el mercado cultural y que ajustadamente cabe entrelos presupuestos de la institución de turno.

Como bien es sabido, la gestión cultural no la marca la promoción de la participación o el desarrollo social y cultural de una comunidad, la gestión cultural la encamina el mercado y los grandes grupos político–mediáticos. Esta mano negra, comobien define Adams Smith marca el consumo a seguir, no debemos olvidar que lacultura es una industria finalmente, que persigue el paradigma tecnológico dando importancia no al proceso sino a los resultados, centra el desarrollo cultural al servicio del mercado, lo observa como una utilidad, un uso, un para qué, se basa
únicamente en el rendimiento.

Llegados a este punto, no es muy descabellado asegurar que las políticas culturales se centran en la administración pública más que en la empresa privada, y para ello el discurso se debe centrar en el análisis de este tipo de estructura.

La redacción, pues, de finalidades estratégicas, de líneas de acción, de decálogo cultural municipal es una prioridad para el triunfo de una política cultural variada, estable y participativa. Se debe considerar un error la contratación masiva de actos culturales sin sentido ni orientación; esta acción nos lleva a un éxito explosivo pero poco duradero.

Aunque no podemos disimular que a los objetivos generales a largo plazo se les da color político, justo después se han de modelar técnicamente para plantear un proyecto integral. Al hablar de proyecto integral o plan de cultura municipal hemos de sintetizar; se trata de exponer grandes acciones o metas, subdividiéndolas en objetivos generales y específicos, en proyectos integrados y como último escalón las unidades de programación, estructurando todo ello mediante un hilo conductor, una unidad o planteamiento general, huyendo de las actividades inconexas, y de la
acción por la acción.

Pero en la actualidad no encontramos muchas experiencias que lleven a cabo una política cultural coherente, y esta realidad tiene mala solución, pero sin desanimarles demasiado podemos elaborar dos pequeñas tesis que sirvan de guía para orientar el camino del futuro en la gestión cultural. En primer lugar, la definición de manera formal de un código deontológico del gestor cultural, que estipule una serie de mínimos o de buenas prácticas en su quehacer diario.

Y, en segundo lugar, la utilización de herramientas de técnicas de dinamización cultural para el ejercicio de sus funciones, dejando la función burocratizadora de la administración en un segundo plano.

Como apunte final del epígrafe, debemos señalar algunas consideraciones básicas en relación con lo que es y lo que no es gestión cultural, o más bien lo que la gestión cultural debe perseguir en cuanto a la elección del concepto de cultura. Para ello me basaré en las concepciones que Ander–Egg presenta sobre cultura en 1989.

El concepto de cultura, según el autor, tiene tres acepciones básicas:

En primer lugar, la cultura como refinamiento cultural, patrimonio de algunos privilegiados que entienden la cultura como ornato, un concepto estratificador del término que divide agresivamente la alta cultura con la cultura popular (clasismo), la culturaoccidental de la no occidental (etnocentrismo), de la cultura en mayúsculas de lacivilización (idealismo), la cultura nacional de la cultura global (nacionalismo) yentiende el patrimonio cultural como patrimonio nacional de alta cultura.

En segundo lugar, la cultura como estilo de vida adquirido, patrimonio que todosheredamos, que la entiende como cultura en sentido constitutivo, simbólico,universal, compartido o aprendido. Aunque este concepto establece la dignidadequivalente a todas las culturas, es excesivamente relativista y homogenizador.

Por último, la cultura como creación de un destino personal y colectivo, como patri-monio que todos creamos, con carácter multidimensional, ontológico y constructivo. La gestión actual de la cultura debe centrarse en la dimensión sociológica de lacultura, basándose en que el campo cultural es autónomo y no se puede entendersolamente desde una visión política, económica o social. Y aunque esta mirada seconfunda en muchas ocasiones con la globalización cultural, el planteamientoinicial debe huir de la destradicionalización y solamente basarse en la concienciacomo colectividad con políticas de conservación y transformación a su vez.

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