Un estudio alerta de la acción de pandillas en catorce zonas de Málaga capital
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Constituyen grupos que pasan mucho tiempo en la calle y que suelen protagonizar actos vandálicos Acusan fracaso educativo, falta de expectativas laborales, hastío y ausencia de alternativas de ocio
Un líder, que para ellos se convierte en modelo de referencia; un lenguaje, una vestimenta, un barrio, mucho tiempo libre sin alternativas de ocio y una ciudad que no sienten suya como tampoco, por supuesto, los bancos, farolas o cualquier otro elemento del mobiliario urbano, que convierten en dianas a destrozar.
Un grupo de profesionales especializados en el trabajo de calle con jóvenes ha localizado en la capital 14 zonas en las que consideran necesario desarrollar actuaciones sociales preventivas ante la presencia de grupos conflictivos que suelen protagonizar actos vandálicos y que, en algunos casos ya se han encarado con vecinos, llegando a perturbar la convivencia.
Las calles Cruce de Los Postigos, Frailes, Peña y Cruz Verde, en la barriada del mismo nombre; Monte Pavero, que se ha convertido en un escenario de frecuentes enfrentamientos y agresiones entre diferentes pandillas; La Corta, con núcleos juveniles inmersos en la marginalidad o la confluencia de las calles Virgen del Pilar con Virgen de la Fuensanta, en la barriada Cuatro de Diciembre, donde se ha detectado un excesivo número de menores que pasan demasiadas horas en la calle son las zonas en las que, según el estudio, se deberían llevar a cabo actuaciones preferentes, debido a que ha sido en ellas donde se han registrado más conductas violentas y actos vandálicos por parte de grupos juveniles. También se cita aquí Plaza de la Marina y Paseo de Los Curas, con especial incidencia de grupos de jóvenes y menores especialmente en el horario de tarde, cuando aún no hay presencia policial sobre el botellón, que se ha trasladado a la zona.
El citado estudio es la base de un programa de prevención de vandalismo que sus autores, en conversaciones con el Ayuntamiento de Málaga, quieren desarrollar en la capital, del mismo modo que vienen haciendo en Granada.
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«La violencia es un fenómeno que crece. Un chaval que está desde las cuatro de la tarde en una plaza empieza primero charlando con los amigos, fumándose un cigarro o un porro, pero cuando lleva tres años en la misma plaza pues va a más; le pega patadas al retrovisor de un coche, quema una papelera, salta sobre los bancos...Si el tiempo pasa, el hastío crece y más graves son los actos de vandalismo, y entonces llega la quema de coches». Miguel Ángel Caballero, pedagogo, experto en criminología, técnico de medidas judiciales en medio abierto y asesor de la Agencia de Cooperación Internacional Española (ACIE) en materia de violencia juvenil es también el alma máter del citado proyecto.
En el mismo, y a través del conocimiento que sobre los barrios de la capital tienen personas como Lucas Millán, técnico en Educación Social, se han establecido otros nueve puntos en los que los profesionales consideran necesaria una actuación inmediata porque, aunque el nivel de vandalismo no es tan alarmante como en las zonas anteriormente citadas, sí existen muchos factores de riesgo.
En este grupo aparece, por ejemplo la confluencia de Corregidor José Vicana con calle Torrox, en Portada Alta. Allí, todos los días del año se reúnen varios grupos en los bancos del parque. Se ha detectado consumo de tóxicos y algunos chicos se han encarado con los vecinos, además de protagonizar altercados más o menos graves con pandillas de otras zonas. También hay problemas de convivencia, por ejemplo en calle Conejito, en La Luz, o en Pedregalejo, zona elegida por un buen número de jóvenes y menores como lugar de encuentro. Muchos de ellos ya han tenido algún problema con la justicia y aunque los profesionales consideran que en estos momentos sus conductas no son especialmente violentas, sí entienden que existe riesgo.
Si bien en algunos casos la realidad de los chavales que protagonizan conductas vandálicas está marcada por el fracaso educativo, la falta de expectativas laborales y el hastío; en otras ocasiones ocurre lo contrario, y ese aburrimiento que les empuja a la calle viene precisamente porque que todo les viene dado. En cualquier caso y según Millán, la característica común es la disponibilidad de mucho tiempo libre sin una oferta de ocio alternativo: «La cultura de muchos de estos jóvenes se basa en demostrar quién es el más fuerte, el más chulo», dice. «Al final todo es un problema de identidad: quieren ser alguien y quieren que la gente se de cuenta también», concluye Caballero.
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