Sobre la animación sociocultural. Algunas reflexiones y perspectivas
Por: Raquel Jacomino
Cubarte).- Una de las estrategias culturales que desde hace varias décadas ha probado en todo el mundo su alto grado de eficacia en el tratamiento de múltiples problemáticas en comunidades y grupos humanos con los más diversos caracteres e intereses, en la atención a necesidades socioeconómicas, educativas, espirituales, de especial importancia en sectores socialmente deprimidos, en el ámbito particularmente complejo de la realidad vertiginosa y cambiante de la contemporaneidad, en la que estamos constantemente redefiniendo nuestras concepciones, nuestras actitudes, nuestros imaginarios, es la animación sociocultural. En nuestro país se le ha dado especial importancia, apoyada e impulsada por importantes instituciones y personalidades de la cultura y de otras esferas.
Existen diversas modalidades de proyectos de animación sociocultural pero toda propuesta realmente valiosa en este sentido debe poseer características y objetivos muy definidos que respondan a las necesidades e intereses de aquellos a quienes está dirigido. Los teóricos Fernando Cembranos, David H. Montesinos y María Bustelo definen la animación sociocultural como “el proceso que se dirige a la organización de las personas para realizar proyectos e iniciativas desde la cultura y para el desarrollo social”.(1)
La animación sociocultural fomenta, promociona, divulga, incentiva la creación a través de procesos participativos donde quienes intervienen son aquellos a los que se dirigen las acciones, agentes transformadores que actúan sobre el entorno, que generan cambios en beneficio físico y espiritual de la comunidad. En otras palabras, promueve la cultura en beneficio humano frente a problemáticas de toda índole. (Imagen, Callejón de Hamel)
En este sentido asistimos con frecuencia en diferentes comunidades, instituciones, centros laborales, educativos y de otro tipo, propuestas que ponen en práctica “proyectos” con un alto grado de desconocimiento de la metodología de la animación sociocultural, lastrados por la improvisación, el cumplimiento de metas y planes emulativos entre departamentos, facultades o áreas de trabajo “porque hay que tener tal número de proyectos”. En ocasiones se le llama indiscriminadamente proyectos de animación sociocultural a lo que son solamente acciones o actividades culturales aisladas sin atención sistemática, adecuada concepción ni correspondencia con los intereses ni expectativas de aquellos a quienes se dirigen, impuestas “desde fuera” por quienes determinan qué necesidades e intereses tiene determinado grupo, barrio o comunidad. Esto trae como resultado el languidecimiento acelerado de la propuesta en cuestión y en muchos casos su fracaso inmediato.
Es aún más lamentable presenciar el desgaste sufrido por personas y especialistas que con un proyecto bien concebido a partir de un correcto diagnóstico de necesidades e intereses en comunidades y barrios, con un excelente trabajo de investigación y gestión para llevar adelante un propuesta no logran el apoyo necesario y los recursos básicos, por falta de sensibilidad e interés de funcionarios, instituciones de base, organizaciones e instancias involucradas en el proyecto.
Recientemente la autora de este breve trabajo conversaba con una especialista, museóloga de uno de los municipios de la capital, quien se refería a la falta de conocimiento de los niños, adolescentes y jóvenes acerca de los sitios y bienes patrimoniales de su comunidad y sus intentos por poner en práctica proyectos que suplieran este problema.¿Es suficiente en los barrios con una que otra actividad en la jornada por la cultura municipal, una vez al año, donde en muchas ocasiones lo que se promueve por la institución cultural de base no es lo más adecuado sino propuestas de mal gusto y por supuesto sin ninguna calidad artística?
Hay sectores especialmente necesitados de estos espacios alternativos, pensemos en la amplia masa poblacional de las áreas rurales, algunas extremadamente alejadas de los centros urbanos, que no tiene acceso a muchas opciones culturales, barrios con graves problemas sociales donde viven niños, adolescentes, jóvenes en familias disfuncionales, con un alto grado de marginalidad.¿Cuánto puede hacer, y está más que probada su eficacia, la metodología de la animación sociocultural en la prevención social, en el fomento de la cultura del diálogo, de la convivencia, en la canalización y estímulo, de gustos y vocaciones. Tengamos en cuenta que la animación sociocultural favorece la expresión y la acción, la expresión como medio de comunicar a los demás lo que pensamos y sentimos, nuestras ideas, nuestras propuestas a la solución de problemas, nuestras reflexiones, y la acción que en este caso es propiciada por la participación conjunta, el hacer en colectivo.
La animación sociocultural como estrategia hace énfasis en el desarrollo de verdaderos proyectos y programas que contribuyan de forma permanente al cultivo de valores morales, al disfrute de lo mejor del arte y la literatura, la difusión y conocimiento de temas vinculados con la salud, el medio ambiente, la historia patria, en fin, todo el amplio espectro de opciones que redunde en la superación de problemas, la convivencia y el crecimiento humano.
El fortalecimiento de las instituciones culturales básicas, la sensibilidad y buena voluntad de quienes están llamados a atenderlas y dirigirlas es fundamental para darle a la animación sociocultural como estrategia el valor y la utilidad que tiene. Contar con el apoyo y el conocimiento que especialistas, artistas y profesionales poseen en nuestro país en propuestas de este tipo, de las que existen ejemplos antológicos, pensemos en las brigadas artísticas, grupos teatrales, de músicos, artistas plásticos, instructores de arte, que han dejado experiencias memorables con propuestas de mayor o menor duración según sus características utilizando métodos propios de la animación sociocultural y con frecuencia proyectos realmente valiosos y exitosos a largo plazo con resultados altamente significativos. Pero la improvisación, el paternalismo, los proyectos que solo existen “en papeles” para presentarlos si hay alguna inspección no tienen cabida ante las demandas culturales y sociales de la sociedad cubana contemporánea.
Nota:
(1) Cembranos, Fernando, David H. Montesinos y María Bustelo (1989): La animación sociocultural: una propuesta metodológica, Editorial Popular, S.A, Madrid.
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