Aumentan los casos de malos tratos de hijos hacia los padres
Entre los menores españoles no hay que obviar una realidad: necesitan más ayuda de la que los adultos pueden imaginar. Este hecho lo han demostrado los 118.411 niños y adolescentes que ya han llamado al teléfono que la Fundación ANAR tiene habilitado para apoyarles. En las peores situaciones sufren maltrato físico y psicológico, son víctimas invisibles de la violencia machista, están abandonados, son echados fuera de sus casas, agredidos fuera de la familia y padecen violencia en el colegio por parte de sus iguales (el conocido acoso escolar). Incluso se dan casos de abusos sexuales. Desgraciadamente, esta lacra representó el 5% de las llamadas recibidas y por esta causa se atendieron 202 casos.
«Muchos niños viven rodeados de violencia», advirtió ayer el director de esta organización, Benjamín Ballesteros. No en vano, los casos de malos tratos a menores -en cualquiera de sus manifestaciones- supusieron el 22% de las llamadas atendidas desde el teléfono de ANAR en 2007
Futuros maltratadores
No son cifras extrapolables a la población infantil y adolescente española, pero los datos sí que muestran una tendencia a la que parecen derivar muchos de nuestros pequeños. «La violencia es la antesala de problemas de toda índole. Esos niños pueden convertirse en futuros maltratadores», sentenció Ballesteros.
De hecho, todo ello tiene su respuesta, porque lo que también ha detectado este servicio telefónico es que cada vez son más numerosas las consultas de padres pidiendo ayuda por las conductas violentas de niños y adolescentes, que demuestran además a edades muy tempranas. En 2006, estos casos representaban el 8% de las llamadas de los adultos a ANAR. Un año después, el porcentaje asciende al 9,5%. Son problemas de «conducta, de unos hijos que no conocen límites, de niños tiranos», como los definió Ballesteros. Se dan casos incluso de agresiones a padres y en el colegio. «El exceso de permisividad en la educación de los hijos trae consigo que no aprendan a tolerar la frustración y el respeto a las normas», explicó Ballesteros.
Se trata de una espiral. Lo más normal es que los menores acudan al servicio telefónico porque tienen dificultades de comunicación y confianza con sus progenitores (22% de las llamadas), un problema que no parece mejorar. Muchos presentan problemas psicológicos y sentimentales (18%), se sienten solos y sin momentos que compartir con sus padres, sin un referente familiar, están tristes, sufren ansiedad, depresión, miedos... Los adolescentes llaman incluso para resolver sus dudas o consultas sobre sexualidad (10%), un asunto todavía tabú en muchas familias españolas.
«La violencia es la antesala de problemas de toda índole. Esos niños pueden convertirse en futuros maltratadores»
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