La violencia contra los niños puede y debe prevenirse
La Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer el lunes 16 de octubre, una nueva guía práctica que ayudará a los países a prevenir la violencia contra los niños. Los niños son víctimas de niveles alarmantes de violencia, a menudo a manos de quienes deberían protegerlos. Esta nueva guía publicada por la OMS y la Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato y la Desatención de los Niños (ISPCAN) demuestra que la violencia contra los niños puede y debe prevenirse.
Según el Estudio del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños, publicado recientemente, gran parte de la violencia sufrida por los menores de 14 años ocurre en el hogar, a manos de sus padres, cuidadores y familiares. Las consecuencias de esta violencia ponen en peligro su salud y desarrollo, y pueden perdurar hasta la edad adulta, teniendo efectos negativos sobre la salud y aumentando el riesgo de que sufran o cometan ellos mismos nuevos actos de violencia.
La guía, titulada Preventing child maltreatment: a guide to taking action and generating evidence, tiene por objetivo ayudar a los países a elaborar y aplicar programas de prevención del maltrato infantil por los padres y cuidadores. La Guía es un instrumento práctico que ayudará a los gobiernos a poner en práctica las recomendaciones del Estudio de las Naciones Unidas sobre la violencia contra los niños.
Los informes de los países que figuran en ese estudio revelan que, en comparación con los niños mayores, los menores de 10 años corren un riesgo significativamente mayor de sufrir violencia a manos de familiares y personas cercanas a la familia. El estudio también refleja las estimaciones de la OMS según las cuales hay en el mundo 73 millones de niños y 150 millones de niñas menores de 18 años que sufren violencia sexual en forma de tocamientos y relaciones sexuales forzadas.
Las investigaciones revelan que es posible prevenir el maltrato infantil. La necesidad de aumentar la inversión en prevención es urgente y mundial. Entre las estrategias prometedoras se encuentran la reducción de los embarazos no deseados; la mejora del acceso a servicios de atención prenatal y postnatal de gran calidad; la reducción del uso nocivo de alcohol y drogas ilícitas durante el embarazo, así como por parte de los nuevos padres; las visitas de enfermeros y asistentes sociales a los hogares de los niños con alto riesgo de sufrir malos tratos, y la formación de los padres en materia de desarrollo infantil, métodos disciplinarios no violentos y capacidad de resolución de problemas.
Tanto el Estudio de la Naciones Unidas como la Guía dejan claro que la responsabilidad de poner en práctica esas estrategias corresponde a los gobiernos, aunque hay que contar con la participación de otras partes interesadas, como las organizaciones no gubernamentales, los consejos de investigación y la comunidad internacional.
«Durante demasiado tiempo, la respuesta al maltrato infantil ha estado dominada por sistemas de reacción una vez que el maltrato ya se ha producido. Las pruebas científicas a favor de la prevención de los abusos físicos, sexuales y psicológicos son ya muy amplias y es hora de que pasemos de la reacción a la prevención», ha dicho el Dr. Anders Nordström, Director General interino de la OMS.
La nueva guía de la OMS y la ISPCAN ofrece asesoramiento técnico a los profesionales que trabajan en los gobiernos, los centros de investigación y las organizaciones no gubernamentales acerca de cómo medir la magnitud del maltrato infantil y de sus consecuencias, y cómo diseñar, aplicar y evaluar programas de prevención. La guía también deja claras las estrechas relaciones existentes entre el maltrato infantil, la desigualdad económica y la pobreza, lo cual significa que la reducción de las desigualdades y de la pobreza probablemente contribuya de forma importante a la prevención del maltrato infantil.
Un aspecto destacado de la guía es el reconocimiento de que el maltrato infantil y otras adversidades de la infancia se asocian a una amplia gama de conductas de riesgo en fases posteriores de la vida, tales como el consumo de tabaco, las conductas sexuales de alto riesgo, el embarazo no deseado y el uso nocivo de alcohol y drogas.
Según un estudio reciente de la OMS, el impacto del abuso sexual en la infancia explica aproximadamente un 6% de los casos de depresión, un 6% de los casos de abuso/dependencia del alcohol y las drogas, un 8% de los intentos de suicidio, un 10% de los casos de trastorno de pánico y un 27% de los casos de trastorno de estrés postraumático, comportamientos y factores de riesgo que pueden contribuir a algunas de las principales causas de muerte, enfermedad y discapacidad.
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