Integradores sociales,
gerocultores, animadores, monitores deportivos y asistentes personales
serán cada vez más necesarios para trabajar con jubilados y ancianos
Si en el
número anterior abordamos las profesiones técnicas sanitarias, en éste
presentamos aquellos trabajos dirigidos a atender otras necesidades
personales relacionadas con el bienestar de las personas.
La
medicina y la farmacología han conseguido que vivamos más –la esperanza
de vida en España supera los 85 años–, pero deseamos vivir mejor, tanto
en la edad adulta como en la vejez; tanto en el estado físico como en el
mental, cada vez más amenazado por enfermedades de origen psicológico
propias de nuestro tiempo (ansiedad y estrés).
El Informe Adecco
sobre el Futuro del Trabajo en España señala que “el tercer sector que
más empleo generará es el de la salud y el bienestar”, y lo relaciona
directamente con el envejecimiento acelerado de la población.
En
2050, el 30% de los españoles tendrá más de 65 años y cuatro millones
serán octogenarios, se-gún el INE. Llegar a esa edad lo más saludables,
activos y autónomos posible, más allá de un deseo personal, será un
asunto público de primer orden para poder sostener el sistema sanitario.
Tanto
es así, que la salud y el bienestar en relación con el envejicimiento
de la población está entre los ejes de intervención de las Estrategias
de Especialización Inteligente de las CCAA españolas.
El estudio
de Adecco destaca que “el progresivo envejecimiento de la población y la
cada vez mayor demanda de bienestar han generado nuevas necesidades por
parte de la sociedad. Esto, a su vez, está obligando a crear nuevos
servicios y permitirá a este sector estar en primera línea en cuanto a
generación de empleo”.
Este informe habla incluso de “un nuevo
sector de atención, cuidados y consumo” centrado en los mayores, y de
que “va a ser necesario dotar a este sector de servicios, no sólo
sanitarios, sino también sociales”.
Es por ello que estas páginas
se centran en titulaciones de Formación Profesional como Atención a
Personas en Situación de Dependencia (grado medio) e Integración Social
(grado superior), pero también en Animación Sociocultural y Actividades
Físicas y Deportivas.
El Libro Blanco del Envejecimiento Activo,
publicado por el Imserso en 2011, profundiza en las cuatro
recomendaciones de la OMS: tomar conciencia de la importancia de la
salud, mantener la actividad física y hacer ejercicio físico, mantener
la capacidad mental y de aprendizaje, y mantener la autonomía y la
independiencia.
Hay titulaciones de Formación Profesional
directamente relacionadas con la respuesta a esos de-safíos: los ciclos
formativos de Grado Superior en Integración Social, en Animación
Sociocultural y en Actividades Físicas y Deportivas tienen un débil
vínculo en la actualidad con la atención a jubilados y a ancianos, pero
crece y alberga expectativas de ir de la mano.
Por otro lado,
además de aumentar los servicios que favorezcan una vida activa y
autónoma a los mayores, será imprescindible un aumento de profesionales
que atiendan a quienes ya no pueden vivir de esa manera. De hecho, se
prevé un importante aumento de enfermedades crónicas y una creciente
necesidad de cuidados paliativos, tanto en número como en tiempo, según
el Libro Blanco del Envejecimiento Activo.
La atención a las
personas dependientes se presenta como un reto para nuestra sociedad. El
60% del personal contratado en residencias de la tercera edad es
gerocultor, señala Jesús Cubero, secretario general de la Asociación
Estatal de Servicios Residenciales para la Tercera Edad (Aeste). Son los
asistentes encargados de dar de comer, cambiar de postura, asear y
vestir a quienes ya no pueden hacerlo por sí solos. Estos profesionales
también son contratados a título personal con servicios a domicilio o
como internos en residencia particular.
Tanto ésta como las demás
necesidades de nuevos profesionales relacionadas con el envejecimiento
de la población nos pone frente a otro problema: ¿querrá el joven
trabajar para el anciano?
Patxi de Juan, jefe de Estudios del Centro
Integrado de FP La Misericordia (Valencia), reflexiona sobre la
situación del título de Atención a la Dependencia justo después de la
ESO. Según explica, eso hace que entre gente muy joven “con unas
expectativas muy bonitas”, que “luego ve que no es lo que pensaba”
porque “la mayoría del trabajo consiste en cuidar y atender a ancianos”.
“Nosotros les informamos muy bien de qué va la cosa para que no se
lleven sorpresas”, señala.
Por otro lado, advierte, la gente tan
joven no tiene tanta facilidad para entrar a trabajar en un sector
donde, pese a haber una demanda desbordante de cuidadores, pesa más la
madurez, la actitud y la experiencia que el título en sí. “Es un ciclo
formativo muy vinculado a cultivar actitudes porque los profesionales
tienen que ganarse la confianza de las personas a las que cuidan”,
advierte.
Por todo ello, opina De Juan, “también sería
conveniente orientar la titulación a gente adulta que ya trabaja”,
ofertándola en régimen semipresencial, como hacen en La Misericordia.
Otros
profesionales cualificados para la atención social directa de mayores y
otros colectivos vulnerables son los técnicos superiores en Integración
Social.
“El perfil profesional de estos titulados es cada vez más
necesario para atender a colectivos en riesgo de exclusión social y en
situación de vulnerabilidad”, asegura María Cacho, jefa de Estudios del
Centro de FP de Cruz Roja.
Los ancianos, las personas mayores
solas, las familias sin recursos y los niños de estas familias, las
mujeres maltratadas, las personas con enfermedad mental… aumentan y
encuentran en estos profesionales el apoyo necesario para seguir
viviendo.
DESAFÍOS PENDIENTES
Apenas hay estudios que
se preocupen por identificar de manera precisa los perfiles
profesionales especializados que deben dar respuesta a las necesidades
de una sociedad envejecida más allá de los servicios sociales y
sanitarios.
El profesor Antonio Abellán, investigador de
referencia del CSIC en el campo del envejecimiento de la población,
admite que en España aún está muy verde el estudio sobre cómo incidirá
este fenómeno demográfico en la oferta de empleo, en la modificación de
las profesiones o en la creación de otras nuevas. Cabe pensar en nuevas
necesidades profesionales desde el punto de vista urbanístico y
arquitectónico, en domótica y tecnologías de la información, en ocio,
hostelería y turismo.
Abellán apunta que es en EEUU donde está
comenzando a haber investigaciones al respecto. Por ejemplo, la revista
MIT Technology Review informaba recientemente sobre cómo se modificarán
los centros de trabajo para que las personas de más de 65 años puedan
seguir trabajando: pavimentos, iluminación, mobiliario de oficina,
aparatos informáticos…
En previsión de un posible retraso de las
jubilaciones, cabe plantearse incluso una reorientación de las políticas
de Recursos Humanos y de las estrategias de Prevención de Riesgos
Laborales, campo éste último que también cuenta con técnicos superiores
de Formación Profesional.
Iván Torres explica su trabajo en una residencia fomentando la actividad y el optimismo en los an
“Los
ancianos son las personas más cariñosas y agradecidas que hay”, afirma
Iván Torres, animador en una residencia para la tercera edad de la
cadena Amma en la Comunidad de Madrid.
Este joven de 26 años tuvo
claro que quería dedicarse a ellos desde que estuvo dando clases de
gimnasia de mantenimiento a jubilados en un polideportivo. Se le
despertó la vocación. Entonces era técnico superior de Actividades
Físicas y Deportivas, y pensó que Animación Sociocultural le acercaría
más a ellos y a sus necesidades.
“Se me da bien comunicarme con ellos”, dice. Su relato desprende ternura, cariño y sensibilidad, además de profesionalidad.
Se
matriculó en el Ciudad Escolar de Madrid y su empeño en hacer la FCT
con ancianos hizo que por primera vez el centro abriera convenio de
prácticas con residencias de la tercera edad. Hasta entonces, la
Animación Sociocultural no hablaba ese idioma.
Éste es su análisis:
“Cada vez hay más residencias y cada vez le dan más importancia al
perfil del animador, pero ni todas tienen ni todas piden el título.
Parece que en eso se va avanzando, como ocurrió en su momento con
TAFAD”. Iván se refiere a que, igual que hace años se pedía un simple
cursillo para trabajar de monitor deportivo, en ocasiones, aún hoy,
algunos empleadores piden sólo un curso de monitor de tiempo libre para
algunas ocupaciones.
Iván es el único animador de su residencia.
Atiende a 180 residentes y a 40 usuarios del centro de día. Asegura que
algunas residencias ni siquiera tienen animador y se limitan a tener
terapeutas, dedicados a favorecer la movilidad, la motricidad fina y la
estimulación sensorial y cognitiva; pero no, desde luego, a bailar, a
montar obras de teatro, a organizar debates y a jugar a la Wii, como
hace él con los usuarios “más válidos” de su residencia.
“También
damos paseos por el municipio, vamos a parques cercanos, a centros
culturales y a museos”. Hacen baile terapéutico, juegos de mesa,
manualidades, labores (sobre todo, ellas)... Les organiza charlas y
coloquios sobre temas que les interesan, hacen cinefórum… “Y les enseño a
manejar el ordenador”, cuenta. “Les encanta descubrir vídeos en
YouTube”.
“Con los que están peor hago estimulación verbal y
musicoterapia”, cuenta. “La música es lo último que se olvida. Les pones
una canción de su infancia o de su juventud y les estimula muchísimo”.
Iván
lleva un año y medio animándole la vida a los ancianos de su residencia
y cree que su trabajo no va a cansarle nunca. Sabe que tiene que lidiar
con la pérdida. “Te acostumbras a ella. Sé que aquí vienen a pasar el
final de sus días”, dice, “pero están aquí para tener un final digno”.
Su
amigo Cristian también es animador en otra residencia Amma, en Puente
de Vallecas (Madrid), y tiene un relato muy similar. Su trabajo, afirma,
“es muy bonito”. Y admira a los ancianos con los que trata día a día.
“Son gente que no te encuentras por la calle. Cada uno tiene una
historia fascinante detrás”.
OCIO, CULTURA Y DEPORTE PARA MAYORES
No
todos los ancianos acaban en residencias. Aquellos que viven en sus
casas y que son autónomos cada vez son más activos. Basta con visitar
cualquier centro cultural municipal de cualquier ciudad o cualquier
biblioteca para comprobar que la mayoría de sus usuarios son jubilados; o
con echar un vistazo a las listas de espera de las llamadas
‘universidades de mayores’.
Por otro lado, la jubilación abre las
puertas a viajes antes impensables, particulares y en grupo. En las
zonas costeras más turísticas es habitual que los complejos hoteleros
cuenten con servicios de animación y de actividad física para la tercera
edad.
Si la salud acompaña, tener más tiempo se traduce en tener más actividad.
Cabe
preguntarse si, igual que crece la demanda de profesionales para
trabajar con seniors, habrá que introducir orientaciones o
especializaciones en su formación.
En el Centro Nacional de
Referencia de Actividades Culturales y Recreativas, situado en El
Espinar (Segovia), su director, Pablo Gómez, considera que en su ámbito
no se está impartiendo la formación adecuada para atender a la población
mayor, que “es un nicho de mercado para esta profesión que va a haber
que abarcar”, pero señala que es el INCUAL el que tiene que diseñar la
cualificación y sus competencias.
“Igual que existe la cualificación
de Dinamización de Actividades de Ocio y Tiempo Libre Infantil y
Juvenil, tal vez debería haber una enfocada la tercera edad”, señala
Gómez. “Las necesidades y las inquietudes de los mayores no son las
mismas que las de los adolescentes”.